Percepciones

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En mis clases hay algunos días más gente de la que a simple vista se vé. Y tengo la seguridad que tal extraordinario fenómeno solo lo notan o perciben algunos alumnos y el maestro.

Sin embargo nadie de los implicados dice nada pues un pacto no escrito parece obligarnos a ello. Sólo quizás, en algún momento, nos delata alguna cómplice y fugaz mirada entre nosotros, como diciendo: tú también te das cuenta.

Esto debe de tener una explicación científica. Y tal ilusión debe ser cosa de nuestro cerebro que, tengo entendido, nos engaña contínuamente pues todo es fruto del modo en que percibimos los seres humanos las cosas.
Realmente no percibimos todo: ni todos los colores, que solo existen en nuestra mente y son ilusiones ópticas de la luz con diferentes grados de energía; ni todos los sonidos, salvo los de una determinada frecuencia de onda; ni lo más grande ni lo más pequeño, ni lo muy rápido ni lo muy lento, etc.

Todo lo anterior, fruto de los descubrimientos, hoy es obvio y lo sabe cualquier estudiante: Sólo percibimos lo que está a la medida humana, lo de una determinada intensidad.

Y a esto último me agarro para explicar lo que nos sucede en clase: la intensidad de los sentimientos hacia el compañero o compañera que nos dejó es tan grande que muchos días sabemos que aún está con nosotros.

Y es que, ya dije, en mis clases hay más gente de la que a simple vista se vé.