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Ciertamente cada vez más formamos parte de una sociedad más manipulable y manipulada. También poco a poco más contradictoria y empobrecida, más light, más banal.
Especialmente la TV desde hace tiempo está contribuyendo a crear, con su amarillismo y su banalidad de concursos y programación denigrante, unos ciudadanos poco comprometidos con la realidad, insolidarios e idiotizados por lo superfluo.
Una vez leí el libro de G. Sartori titulado “Homo Videns” (que recomiendo vivamente leer) que, hablando de la televisión llegaba a la conclusión en uno de sus capítulos que “un crecimiento general del nivel de instrucción NO comporta por sí mismo un crecimiento de ciudadanos informados sobre cuestiones públicas o sociales”. Estas líneas, como maestro de Educación Permanente de Adultos que soy, me impresionaron. Qué gran verdad.
No tiene sentido -pienso- que determinados acontecimientos lúdico-festivos movilicen “espontáneamente” a más vecinos que otros sucesos de más trascendencia. Y no se trata de derecho de todos los vecinos a divertirnos o a festejar lo que queramos. No. Se trata de ser medianamente consecuentes con temas mucho más importantes para el desarrollo de la sociedad, para lograr sea más equilibrada y justa.
Los periódicos también filtran artículos y noticias, ejerciendo así una censura encubierta y dando quizás una visión de un determinado tipo de sociedad que, realmente no es tan monolítica ideológicamente ni tan unánime en sus supuestas tradiciones y costumbres.
El color amarillo se extiende. Me temo que al teleadicto, a los jóvenes enganchados a Internet “les aburre” leer debido a que se ha empobrecido su capacidad de entender globalmente: es ya –de por vida, me temo- un adulto “sordo” a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos por la cultura o información escrita, debido a que interioriza muchísimo menos los mensajes….
Con este panorama idiotizado y estos estímulos banales fomentados desde el llamado Cuarto Poder (los medios de comunicación) se logra un mundo desinformado y manipulable, contradictorio en suma. Y quien pierde es el ciudadano de a pié, cada vez más indefenso, que somos la gran mayoría. Ganan los de siempre, los que tienen la sartén por el mango.
Y debido al color de lo noticiable, encima, ni nos enteramos. Porque, amarillo es.
