Entiendo la Educación como compromiso ético, como solidaridad, como concientización liberadora que ayuda a romper con la ignorancia, el sometimiento y el fatalismo.
Y tengo especial interés por el mundo de los inmigrantes.



11.4.08

Escuela Pública

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Veo en un periódico del pueblo que aún hay gentes que gastan ríos de tinta en descalificar la Escuela Pública y que, con escasos argumentos pedagógicos arremeten, a estas alturas de la película, contra el Manifiesto en Defensa de la Escuela Pública publicado en diferentes medios locales, tachándolo -y cito literalmente- de “visceral, caduco, retrógrado, trasnochado, gongorino, de mentes obtusas, fuera de sitio..” y no sé cuantas cosas más.
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Como maestro de un Centro Público en este pueblo, miembro de un sindicato de Enseñanza (USTEA) que defiende un modelo de escuela andaluza pública, laica y comprometida, y también como ciudadano y miembro de un partido de izquierdas (IU) defensor de un concepto de enseñanza, me he sentido -por primera vez en mi vida- en la obligación moral de responder a estas descalificaciones publicadas sospechosamente a toda página, harto ya del continuo deterioro de la Enseñanza y ataques a lo que estimo debe ser su fin: la creación de una conciencia crítica y libre de la persona. Y puntualizo que no formé parte de la redacción del Manifiesto, aunque comparto punto por punto su ideario.
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Al grano: Bien está que alguien se posicione públicamente y defienda la Escuela privada pues, entre otras cosas, está en su derecho, pero no que trate de confundir al lector despachando ironías y verdades a medias sobre datos locales; así no vamos a ningún sitio. Y vaya por delante mi respeto –que no mi comprensión- a quien piense lo contrario.
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Este que escribe conoce experiencias cercanas en ambos campos (pública y privada) y cree firmemente que determinados valores cívicos mejor son defendibles desde una Escuela Pública andaluza (y a veces solo desde ella); en la privada –cuando los hay- es bien difícil y a veces imposible, por la misma naturaleza de las cosas.
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¿Alguien cree posible, por ejemplo, que un joven reciba sana información sexual (a la que tiene derecho por ley) en una clase de un centro religioso y que ésta no esté condicionada por lo que opina el Vaticano sobre este y otros temas...? ¡Pero si aún hay maestros que explican a sus alumnos que el Hombre procede de Adán y Eva y se quedan tan tranquilos! ¿Qué explicarán sobre el aborto o sobre la Inquisición? ¿Será acaso el sida un castigo divino?
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Pero vayamos por partes. Leo con asombro en el citado artículo que “la discusión ideológica en la Escuela está ampliamente superada ya, así como ciertas desigualdades sociales y laborales” La cita es literal. Esto me recordó aquello del “fin de las ideologías”de un ministro franquista que no quiero ni nombrar. Vamos, traduciendo: que según parece ya no hay clases sociales ni ideologías, que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que las escuelas, sean públicas o privadas, son lo mismo de democráticas, multiculturales, pluralistas e integradoras que las escuelas públicas. Estas afirmaciones son ingenuas o bien –me temo- buscan confundir al profano. Y rebosan mala fé.
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Jugando con las palabras señala más abajo que no hay escuelas “privadas” en nuestro pueblo, precisamente cuando es una de las localidades de la provincia donde más presencia tienen e influencia.
Claro, el autor o autores saben que todos los centros de este tipo en el pueblo son centros “concertados” con la Junta de Andalucía y subvencionados con dineritos públicos que –añado- son de todos, pero ¿acaso no son “privados” los colegios religiosos? ¿Qué son entonces? Bien sabemos que sus propietarios son Órdenes religiosas.
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Seamos serios. ¿Se pretende hacer creer, por poner unos ejemplos, que el profesorado que imparte clase en un centro privado tiene la misma libertad (personal, de cátedra, sindical, política o religiosa) que un maestro en un centro público? ¿Qué accedió de la misma manera a su puesto de trabajo? ¿Qué los controles democráticos internos del centro son los mismos? ¿Qué las inquietudes sociales y/o religiosas son (o la falta de ellas) se manifiestan y respetan igual en un lugar que en otro? ¿Qué no existe una mínima selección de alumnado ante determinados sectores sociales? etc, etc… Con todo respeto, esto no se lo cree nadie. ¿Y qué decimos de la “calidad” de la enseñanza? ¿Y la ratio? Las clases están saturadas en la escuela privada Y cuando surgen problemas se los quitan de encima. Esas clases sí son, evidentemente, más homogéneas pero ¿a qué precio?
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Miren: soy de los que defienden la Escuela Pública porque determinadas cosas no pueden quedar en manos de intereses particulares, confesiones, la economía de mercado, las leyes de la oferta y la demanda o sus intereses económico-ideológicos. Y los centros privados, (religiosos concertados o no) son ante todo negocios… u otra cosa que no viene al caso y merecería otro artículo. Que existan, bien está, pero que los mantengan sus “clientes”, no el resto de los ciudadanos.
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Somos muchos los que creemos que solo una Escuela Pública democrática y plural contrarresta la selección de los alumnos por clases sociales o ideologías. Porque la privada selecciona. ¿Acaso la iniciativa privada llega a barrios marginados o conflictivos? Nunca.
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Lástima que con las nuevas legislaciones en marcha pocos vean que al paso que vamos los más afortunados o con más posibilidades llevarán sus niños a la favorecida “privada” y que los trabajadores, vecinos sin recursos o inmigrantes llenarán la “pública”, cada vez con más problemas y sin recursos, y de menos calidad. Y contra esto hay que luchar.
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Hubo un tiempo que nos hicieron creer ciertos gobernantes que eran compatibles los dos modelos de Escuela. Hoy, muchos profesionales de la enseñanza vemos que solo se está marginando a la Escuela Pública en beneficio de la privada. Es cuestión de intereses ideológicos o de clase.
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Veo que en la Andalucía interior, en este pueblo clasista, barroco y tridentino y en otros cercanos, se mantienen las distancias sociales. Y esto también se nota en la enseñanza y los motivos que justifican a los vecinos (conscientemente unos, ingenuamente otros) y compañeros de profesión a llevar a sus hijos a un centro de un tipo u otro, y no precisamente “por cercanía” como excusa, sino por afinidad ideológica o supuesto “prestigio” social y “tratarse con”.
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Esto es lo que hay. La Escuela es reflejo de la sociedad. Pero algunos maestros intentamos que no acabe convirtiéndose en la legitimadora de una realidad social basada en los intereses de “una” clase.
Y a pesar de los problemas, en ello estamos.

de Paco Córdoba