.
Hemos perdido a un compañero de clase por sorpresa. Ha sido un verdadero drama lo vivido por él, por sus compañeros de piso, por sus amigos y también por toda la clase.
Llevaba entre nosotros desde el 2002 y, naturalmente, por aquél entonces no tenía papeles: saltó en patera desde el Sahara a Canarias como tantos otros huyendo de la pobreza. Milagrosamente llegó. Meses después en una calle de Granada le pidieron la documentación y como carecía de ella, le dieron orden de expulsión. Esta no se cumplió posiblemente por el gran número de indocumentados que había. Meses después anduvo trabajando en Cuenca y terminó recalando en Priego pues conocía aquí a un vecino de su pueblo. Y hasta el Centro de Adultos se acercó sin saber ni una palabra de español. De 9 a 10 de la noche venía entonces a clase.
Curso tras curso asistió al Taller de Español para Inmigrantes y terminó dominando el idioma. En estas medias un reconocimiento médico lo mandó al Hospital de Cabra y allí fue operado hasta dos veces de un problema de cadera. Anduvo con muletas y subsistió dos años con la ayuda de su compañero de piso y también alumno del centro, que no lo abandonó en ningún momento. Este curso estaba ya con nosotros en una clase del Nivel I. Le caía bien a la gente. Era buen compañero.
Le iban a dar, tras informe médico favorable, la residencia definitiva, y para ello lo citaron en Córdoba. Allí se presentó con un montón de papeles y lo detuvieron. Sospechosamente al día siguiente ya estaba repatriado en Tánger. Sin papeles, sin ropa, sin móvil, sin nada.
Nunca se ocultó. Nunca tuvo otro tipo de problemas. Siempre estuvo registrado en internet como alumno en la Consejeria de Educación, tenía tarjeta del Servicio Andaluz de Salud, le operaron dos veces, estuvo actualizando otras veces papeles en Sevilla y en Madrid en Inmigración, estaba registrado como residente en Priego…. Pero fue expulsado el mismo día que sus compañeros de clase estaban de visita en Córdoba, excursión a la que él estaba apuntado pues tenía verdadero interés en conocer la Mezquita.
Aunque tuviera pendiente una injusta orden de expulsión, ésta prescribe a los dos años. Desde aquella orden ha habido al menos dos o tres regularizaciones de inmigrantes. Para la expulsión deben pasar en unos casos 48 horas y en otros hasta cinco días. Tenía derecho a un abogado de oficio. Todo ello se ha inclumplido en este caso. Es una injusticia más. Un drama entre miles.
Nuestro compañero, mi alumno, mi amigo, se llama Abdelghani.
P.D.:
Casualidades de la vida: hoy cae en mis manos unos datos: El muy franquista Instituto Español de Emigración calculaba en 1964 que la emigración clandestina de españoles a Bélgica superaba nada menos que el 64 % de un total de 70.000. El sector mayoritario fue el servicio doméstico. También la minería y la construcción.
Sin comentarios.
(15-03-2008)
Llevaba entre nosotros desde el 2002 y, naturalmente, por aquél entonces no tenía papeles: saltó en patera desde el Sahara a Canarias como tantos otros huyendo de la pobreza. Milagrosamente llegó. Meses después en una calle de Granada le pidieron la documentación y como carecía de ella, le dieron orden de expulsión. Esta no se cumplió posiblemente por el gran número de indocumentados que había. Meses después anduvo trabajando en Cuenca y terminó recalando en Priego pues conocía aquí a un vecino de su pueblo. Y hasta el Centro de Adultos se acercó sin saber ni una palabra de español. De 9 a 10 de la noche venía entonces a clase.
Curso tras curso asistió al Taller de Español para Inmigrantes y terminó dominando el idioma. En estas medias un reconocimiento médico lo mandó al Hospital de Cabra y allí fue operado hasta dos veces de un problema de cadera. Anduvo con muletas y subsistió dos años con la ayuda de su compañero de piso y también alumno del centro, que no lo abandonó en ningún momento. Este curso estaba ya con nosotros en una clase del Nivel I. Le caía bien a la gente. Era buen compañero.
Le iban a dar, tras informe médico favorable, la residencia definitiva, y para ello lo citaron en Córdoba. Allí se presentó con un montón de papeles y lo detuvieron. Sospechosamente al día siguiente ya estaba repatriado en Tánger. Sin papeles, sin ropa, sin móvil, sin nada.
Nunca se ocultó. Nunca tuvo otro tipo de problemas. Siempre estuvo registrado en internet como alumno en la Consejeria de Educación, tenía tarjeta del Servicio Andaluz de Salud, le operaron dos veces, estuvo actualizando otras veces papeles en Sevilla y en Madrid en Inmigración, estaba registrado como residente en Priego…. Pero fue expulsado el mismo día que sus compañeros de clase estaban de visita en Córdoba, excursión a la que él estaba apuntado pues tenía verdadero interés en conocer la Mezquita.
Aunque tuviera pendiente una injusta orden de expulsión, ésta prescribe a los dos años. Desde aquella orden ha habido al menos dos o tres regularizaciones de inmigrantes. Para la expulsión deben pasar en unos casos 48 horas y en otros hasta cinco días. Tenía derecho a un abogado de oficio. Todo ello se ha inclumplido en este caso. Es una injusticia más. Un drama entre miles.
Nuestro compañero, mi alumno, mi amigo, se llama Abdelghani.
P.D.:
Casualidades de la vida: hoy cae en mis manos unos datos: El muy franquista Instituto Español de Emigración calculaba en 1964 que la emigración clandestina de españoles a Bélgica superaba nada menos que el 64 % de un total de 70.000. El sector mayoritario fue el servicio doméstico. También la minería y la construcción.
Sin comentarios.
(15-03-2008)
.
Relacionado con el tema: